lunes, 2 de abril de 2012

Románico en Guipúzcoa V


La "Antigua" de Zumárraga
En la actualidad todos la conocen por la ermita de la "Antigua". Sí es cierto que es antigua, y también habrá que decir que en la actualidad es una ermita, pero lo que muy pocos conocen es que este santuario fue la primitiva parroquia de la villa de Zumárraga, y que es de ahí de donde le viene esa original denominación de la "Antigua". Es decir, la antigua, la vieja parroquia de todos los contornos.
En el macizo de Izaspi, en la media ladera del monte Beloki, envuelta en un bosquete de olmos, se localizan las duras líneas de la ermita de Santa María. La primitiva parroquia del Zumárraga campesino se quedó sola en su colina cuando la población, ansiosa de progreso, fue descendiendo a las orillas del Urola.
Santa María de Zumárraga, la "Antigua", presentaría exteriormente un tosco aspecto si no fuera por su portada de un estilo románico muy tardío, presentando cuatro archivoltas un poco apuntadas. A su lado, dos ventanas de traza gótica, con una ligera talla, animan la austeridad del conjunto. En el ábside hay empotrado un calvario que indudablemente pertenece a una construcción anterior. Por su aspecto actual, parece ser que este templo ha sufrido varias reformas a lo largo de su historia. En longitud y altura se aprecian claramente las obras que en su día se llevaron a cabo. Algunos otros detalles, como la ventana del ábside y su Cristo, resulta difícil pensar cuál pudo ser su primitivo emplazamiento.
Bibliografía: Colección Bertan.










2 comentarios:

  1. No la conozco y qué bien describes los entornos y los detalles de cada punto de estos, Don Jaime.

    Es curiosa la historia de esta actual ermita. Hablaba mucho de ella, en sus artículos, Iñaki Linazasoro, fallacido hace unos años.

    Más enriquecimiento cultural que nos aportas, amigo marino.
    GRACIAS.

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  2. Gracias a ti Tellagorri, por el aprecio que le das a lo que publico, pondré fotos del interior que es impresionante.
    Estuve el sabado y el sacerdote que nos atendió, todo amabilidad y dispuesto a darnos todo tipo de explicaciones sobre lo que allí había; insistiendonos a nuestras preguntas, que no había que pagar nada, que era la casa de Dios; que si queríamos dejar un donativo lo hicieramos y si no queríamos, que nos fuesemos tranquilos.
    La ermita y el sacerdote me sorprendieron gratamente.

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