viernes, 12 de abril de 2013

Románico en Guipúzcoa XV

Gabiria
El pueblo de Gabiria, a 53 Km. de San Sebastián, se encuentra en el Alto Goierri, en el corazón de Guipúzcoa, en un alto dominando las espectaculares vistas del valle del Estanda. El núcleo del pueblo está formado por la iglesia y unas cuantas casas levantadas alrededor, pero existen muchos otros caseríos dispersos que forman barrios en las laderas de las colinas circundantes.
Gabiria se menciona en la documentación en 1350, cuando su parroquia aparece en el libro de rentas del Arzobispado de Pamplona, aunque con el nombre de Santa María de Algaya. En 1384 como otras localidades, se une a Segura, aunque en el siglo XV  pertenece a la Alcaldía Mayor de Arería. Obtiene su independencia y el titulo de villa en 1661.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
También conocida como Santa María de Alkain, la iglesia de Gabiria fue construida en el siglo XVI, aunque fue reformada en el XIX. Consta de tres naves cubiertas con bóveda de arista  y crucero, con bóveda estrellada.
A los pies, bajo un pórtico con estructura de madera, se abre una puerta muy sencilla, labrada en piedra dorada.
Consta de tres arquivoltas y sobrearco apuntados, que se articulan con un grueso baquetón central, flanqueado por dos molduras cóncavas y  espacios lisos, terminados en una especie de basas. Estas se apoyan sobre una imposta corrida lisa a modo de capitel, apeada sobre unas jambas con baquetones en los ángulos y basas sencillas, elevadas sobre un banco de piedra.
En el interior se conserva una pequeña pila bautismal tallada en una sola pieza, utilizada hoy como aguabenditera a la entrada del templo, debajo del coro, absolutamente simple, tosca y carente de ornamentación.
Estos dos vestigios románicos se pueden datar en un siglo XIII avanzado.
Texto: REA








martes, 9 de abril de 2013

Cripta Gaudí II

Vidrieras en la Cripta Gaudí
Las vidrieras de la Cripta Gaudí de la Colonia Gúell, de diseño floral y con apertura en forma de alas de mariposa, fueron diseñadas por el propio arquitecto y construidas posteriormente por el maestro vidriero Pere Cánovas.
Su forma abstracta de cruz y con vivos colores, aporta una luz especial al interior de la cripta.
















domingo, 7 de abril de 2013

El tesoro mejor guardado de Gaudí

Cripta de la Colonia Güell.
(1908-1918)

Santa Coloma de Cervelló, Barcelona.
Observando una foto aérea de la Colonia Güell, fácilmente nos damos cuenta de una planificación urbanística organizada en forma de triángulo equilátero, en cuyos vértices encontramos la escuela, la iglesia y la fábrica. Esta concepción urbanística entronca con la de los socialistas utópicos. Parece como si Eusebio Güell hubiese querido construir un poblado bien organizado, en donde reinase la armonía entre patronos y obreros, presidido, como en una antigua ciudad griega, por un templo ubicado en una pequeña acrópolis, que vigilara y ordenara la coherencia del conjunto.
Gaudí trabajó en el proyecto desde el 1898, pero la primera piedra no fue colocada hasta el 4 de octubre de 1908. Diez años de estudios y diseños para una obra que quedó inacabada a raíz de la muerte de Eusebio Güell el 1918, y en la que le falta la iglesia superior y los acabados del interior de la cripta.
La iglesia está situada en un pequeño altozano ubicado entre el ferrocarril y el núcleo habitado, de manera que era paso obligado para quienes llegaban en tren. El camino, diseñado también por Gaudí, nos va acercando a la iglesia proporcionándonos, por su carácter tortuoso, una multiplicidad de perspectivas. Desde una cierta distancia, no se distinguen las columnas de los pinos, el suelo de la pared. Se trata de un edificio muy integrado en su medio natural. No es una iglesia exenta, es decir, no se puede dar la vuelta entera al edificio: por el lado del altar mayor está empotrada en la colina, como queriendo subrayar el contacto con la tierra, con la naturaleza.
El pórtico da la sensación de ser una prolongación del bosque que le rodea. Sus once columnas inclinadas tienen distinta textura en relación con la corteza de los pinos.
Como anécdota hay que citar que la escalera de acceso a la iglesia tiene una pequeña hendidura para no tener que cortar un pino que allí crecía. Este profundo respeto por la naturaleza es una de las constantes de la arquitectura de Gaudí.
En el centro del pórtico una columna de basalto, de apariencia rústica, poco trabajada, que insinúa una base, un fuste y un capitel, unidos con plomo para solventar los problemas de tensión/dilatación, tiene una apariencia de palmera y sus brazos forman tirabuzones dotados de un movimiento helicoidal que imita el crecimiento orgánico del sistema vegetal. Las columnas están reducidas a la yuxtaposición de tres piedras, sencillamente desbastadas; los arcos y bóvedas muestran sus elementos constructivos, y los dinteles, puertas y ventanas ponen de relieve una construcción que en su simplificación nos remite al monolitismo.
En la bóveda del pórtico se encuentran 13 cruces de san Andrés, de distintos colores, que configuran un itinerario laberíntico, que va desde la de color verde, en el subpórtico, y que podría representar la Anunciación, hasta las de color negro del prendimiento, pasión y muerte de Cristo (esta última situada en el centro de la puerta de acceso a la Cripta, simbolizando quizás que ésta estaba pensada como sepulcro de Eusebio Güell). Las tres últimas son de color azul y podrían tener relación con la resurrección, la aparición a los apóstoles y la ascensión. El recorrido, en forma de herradura, recuerda los laberintos de las iglesias medievales y subraya el carácter espiritual y simbólico de la Cripta, con elementos templarios y de la rosacruz.
La clave de la bóveda es un crismón, signo cristiano formado por las dos primeras letras de la palabra griega Xristós, reinterpretado libremente por Gaudí. La P de padre es de color amarillo, símbolo de la luz; la F de Hijo en amarillo y marrón, ya que es a la vez luz y mundo, y la S del Espíritu Santo en marrón, uniendo la P con la F. Y todo envuelto con una especie de paréntesis de color rosado en forma de M, simbolizando a María, y terminado en forma de sierra. Parece inspirado en un capitel de Montserrat, donde Gaudí estaba también realizando un paso del vía crucis. El conjunto está coronado por una cruz rosa templaria.
La puerta, de piedra, da la sensación de megalitismo, como si quisiera recrear una tumba faraónica y su ritualización de la muerte y de la vida en el más allá.
Sobre la puerta, un collage de cerámica, diseñado en clave geométrica de rombos y decorado con frutos mediterráneos. Sobre el dintel un triángulo irregular, cuyo vértice penetra en un octógono de piedra; dentro del octógono, tres hachas o serpientes estilizadas, cruzadas por una línea horizontal, en cuya intersección encontramos tres rombos. Además de las cuatro virtudes cardinales, representadas dentro de cuatro elipses, con un porrón, una lámpara... encontramos hojas de plantas mediterráneas, hojas de palmera, ramas de oliva, espigas..., elementos claros del mediterraneismo de Gaudí. El rombo, símbolo de vida y asociado a lo femenino, y la serpiente, símbolo del pecado y asociada a lo masculino, nos permiten interpretar la Cripta como un edificio estructurado como oposición de contrarios: vida-muerte, origen-fin, cielo-tierra...
La cripta parece una recreación simbólica y real de la montaña de Montserrat. Los muros adoptan la forma de paraboloide para unir las directrices de distinta inclinación, y la forma hiperboloide en los ventanales para canalizar y dispersar la luz.
Está orientada en dirección norte. Recorriendo la pared exterior del oeste al este, observaremos que las ventanas del lado oeste tienen una alfa en blanco y una omega en negro, y que en el vértice de la segunda ventana están representadas unas cobras de color verde. En cambio, en el lado este, a partir de la quinta ventana tanto el alfa como la omega son de color blanco, y en la séptima la omega se transforma en el cuerpo de una mariposa con sus alas desplegadas. Del este al oeste la larva se ha convertido en mariposa, lo negro en blanco. También dos ventanales se abren, en el interior, dejando ver las alas de una mariposa. Y, así mismo, la planta de la cripta tiene una forma ovalada, en una posible referencia al capullo de la mariposa. La sucesión de alfas y omegas es una clara representación de la metamorfosis, del cambio de vida. Alfa significa luz, vida, creación, principio; omega significa muerte, sombra, final, pero también resurrección. En el lado oeste hay la serpiente, portadora del pecado; en el este, los peces símbolo del cristianismo y recuerdo del Jordán donde Cristo fue bautizado, simbolizando el nacimiento a una nueva vida. La Cripta sería, pues, una representación de la dicotomía muerte-resurrección, el espacio de transición hacia una nueva vida. Y todo ello expresado con elementos de la naturaleza.
Y la inserción Cripta-naturaleza se hace mediante el color. Las ventanas debían ser traslúcidas para conseguir una mayor interrelación entre naturaleza vegetal y naturaleza arquitectónica, unión conseguida mediante el trabajo humano: por ello las celosías de las ventanas estaban hechas con las agujas viejas de los telares de la fábrica. La Cripta se mimetiza con su entorno: la parte inferior es de piedra basáltica negra y ladrillo recocido, con lo que se identifica con el terreno rocoso y negruzco de los alrededores. La parte mediana es de ladrillo normal, cuyo tono rojizo entona con las piñas y las hojas secas de los pinos. En la parte que no se llegó a construir, los tonos de los materiales vidriados variaban desde el verde, el azul, el amarillo y el blanco jugando con la luz y el cielo.
Los tonos oscuros simbolizan el ambiente que rodea el alma humana en este mundo y los tonos claros la gloria celestial.
El interior de la Cripta presenta una forma radicalmente distinta de plantear un templo cristiano. No hay bóvedas, sino la solera del piso superior aguantada con nervios y arcos de ladrillo y pilastras de ladrillo o de piedra basáltica. El entramado de arcos y nervios hacen innecesarias las bóvedas. Sus cinco naves convergen en la entrada, lo que acentúa la pluralidad de perspectivas y confiere una máxima visibilidad hacia el altar.
Las columnas están inclinadas porque tienen la misma dirección que la resultante de las cargas que sobre ellas inciden. De esta forma se pueden eliminar los contrafuertes y arbotantes tan característicos del gótico.
Las columnas centrales son más delgadas para no impedir la visión, y por esto son de basalto; las de mayor diámetro tenían que soportar a la iglesia que debía de construirse encima de la cripta.
Los estudios que realizó para la construcción de la Cripta durante 10 años eran un ensayo, a escala 1 a 4, para la Sagrada Familia. Para su construcción construyó en un pequeño edificio adyacente, una maqueta funicular (del latín funículum que significa cordel) formada de un plafón de madera que reproducía la planta de la cripta y que estaba suspendida del techo, de donde colgaban unos cordeles, suspendidos por sus extremos, que dibujaban unas curvas de las que se podía obtener su ecuación particular. Una vez calculadas las intensidades, situaciones y direcciones de las cargas mediante unos saquitos llenos de perdigones o de arena, Gaudí pegaba papel de seda entre los cordeles para obtener la sensación de volumen, lo fotografiaba y al invertir la foto obtenía la forma del modelo que pensaba construir.
Bibliografía
Fusco, Renato de (1981), Historia de la arquitectura contemporánea. Madrid. Blume.
Chueca Goitia, Fernando (1992), La arquitectura: del Barroco a nuestros días. Barcelona. Carroggio, S.A de Ediciones. Tomo 4º de la Historia del Arte.
Argan, G.C. (1976), El arte moderno 1770-1970. Valencia. Fernando Torres ed. 2ª ed.
Rojo, Eduardo (1988), Antonio Gaudí: Ese incomprendido. La Cripta Güell. Sant Cugat del Vallès: Amelia Romero, Editora. 272 p.
Rojo, Eduardo (1988), Gaudí: Sagrada Familia. León. Ediciones Leonesas.

Texto: Art on line
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