martes, 29 de mayo de 2012

Iglesia de San Vicente (San Sebastián)

Vidrieras de la Iglesia de San Vicente
La actual Iglesia de San Vicente en San Sebastián (Guipúzcoa), fue reconstruida entre 1489 y 1574 tras haber sido afectada por un incendio (1489). El diseño y construcción de la nueva iglesia fueron encomendadas en 1507 al maestro arquitecto Miguel de Santa Celay y a Juan de Urrutia. Se considera el edificio más antiguo de la ciudad.
Es de estilo gótico tardío, planta de tres naves -la central de mayor altura-, crucero alineado con las naves laterales, ábside ochavado, bóvedas de crucería sostenidas interiormente por columnas de núcleo circular con columnillas adosadas y exteriormente por poderosos contrafuertes y arbotantes.
En 1923 se abrieron cuatro rosetones en las fachadas a cuenta de un legado del Duque de Mandas.
Posteriormente se añadieron las vidrieras que adornan el templo, realizadas por la Unión de Artistas Vidrieros de Irún.
En su fachada lateral,  la escultura “la Piedad”, del artista Jorge de Oteiza Enbil (Orio (Guipúzcoa), 21 de octubre de 1908 - San Sebastián (Guipúzcoa), 9 de abril de 2003).













viernes, 25 de mayo de 2012

La Levantina (Casa de Nicolás Murga), Bilbao

La cerámica aplicada a la arquitectura.

Daniel Zuloaga Boneta (XII)
Casa de Nicolás Murga
Daniel Zuloaga Boneta (1852-1921) es el autor de la decoración cerámica que adorna las paredes del portal de la casa de Nicolás Murga Iñiguez (1899), proyectada por el arquitecto zaragozano, afincado en San Sebastián, Luis Aladrén Mendívil (1852-1902). Ocupa un solar situado en la confluencia de las calles Gardoqui y Bertendona con entrada por la primera, número 11. El promotor estaba casado con Basilia Chapartegui Echave, natural de Zumaya, donde, precisamente en un inmueble proyectado por el mismo tracista, residía su familia, que además tenía una relación de amistad con los Zuloaga. De hecho, en este caso la decoración del portal fue impuesta por los comitentes, quienes propusieron temas alusivos a las actividades productivas propias de la economía vizcaína: la industria, la minería, la pesca y la agricultura. No obstante, también hay que advertir que ésta no era la primera vez que Zuloaga colaboraba en un edificio diseñado por Aladrén, pues ya en 1882 lo había hecho en el Gran Casino de San Sebastián –hoy Ayuntamiento- y en 1898 nuevamente en la Diputación de Vizcaya y en la residencia de Santiago Allende en San Sebastián (Quesada, 1985: 114 y 198). Por lo demás, no fue el único portal bilbaíno decorado por el gran ceramista (Quesada, 1985: 128), pero sí el más espectacular.
El de la casa Murga tiene una planta rectangular y está separado del cuerpo de la escalera por una puerta acristalada. Asimismo, nueve peldaños salvan el desnivel existente entre estas dos zonas. La parte baja de las paredes está forrada por un zócalo, que combina mármol rosáceo y madera y simula estructura casetonada, mientras que la alta exhibe los murales cerámicos, realizados con la técnica de pintura bajo baño. De estos últimos, los más relevantes son los que decoran los lados largos, enmarcados por líneas sinuosas. Cada flanco presenta dos paneles separados por un tallo con motivos de coup de fouet, del que nacen flores y en torno al cual revolotean algunas mariposas. Las composiciones grandes hacen referencia a la minería y la agricultura y las dos pequeñas, en una de las cuales aparece la firma de Daniel de Zuloaga junto a la fecha 1902, están presididas por unos altos hornos, en clara alusión a la industria y el progreso. Una de ellas está protagonizada por el desaparecido cargadero de mineral de El Piquillo, sito en Ontón (Cantabria), proyectado por Alberto Palacio Elissague (1856-1939, titulado en 1882) por encargo de Chavarri y Cia., que estaba vinculado a las explotaciones mineras del promotor del inmueble (Fig. 3). La otra corresponde a un campo de cereal en el que tres agricultores faenan en la siega cerca de un carro tirado por mulas y aperos propios de sus labores. Ambas están enmarcadas por una orla que tiene en la parte superior la misma composición nuevamente con escenas del mundo de la minería y unas mujeres portando cestos sobre sus cabezas, que probablemente fueran una representación de las típicas sardineras y la única referencia a la pesca de todo el conjunto, aunque unidas a temas mineros este tipo de figuras han sido identificadas como cargadoras o descargadoras de mineral, desde el muelle al barco y viceversa (Rubio, 2007: 172).
Las de la parte inferior son diferentes, puesto que en la primera vemos una locomotora de ferrocarril, un caserío en medio de un prado verde, así como un trozo de mar y un caballete de un tranvía aéreo para el traslado de mineral, todo ello característico de la geografía de la zona minera vizcaína, y en la segunda un campo amarillento propio de la Meseta castellana, con una pareja de bueyes uncidos por un yugo que tiran de un arado y un burro, así como el Alcázar y la Catedral de Segovia, edificios con los que con mucha frecuencia el ceramista identificó a esta ciudad (Rubio, 2007: 97). Algunos de estos asuntos y figuras están resueltos con un acusado sentido pictórico y una evidente simplificación de las formas, que sin duda aporta cierta modernidad. No obstante, también hay que decir que el segundo de los temas, de claras implicaciones castellanas y segovianas, tuvo que ser una concesión al propio Zuloaga, ya que constituyen un lugar común en su producción regionalista.
Sobre el recurrente tema de la minería, conviene advertir que Nicolás Murga, aparte de procurador de los tribunales, profesión que ejercía en Balmaseda, era también propietario de varias minas. Siendo director de la Sociedad Española de Explotaciones Mineras, que instaló en los bajos del inmueble que nos ocupa unas oficinas y un laboratorio, y que entre otras cosas explotaba parte del coto El Hoyo-Ontón, desde donde el mineral era conducido por ferrocarril hasta el citado cargadero de El Piquillo.
Por lo que se refiere a la estilística, pese a los comentados detalles de ascendencia art nouveau, no se puede incluir este portal dentro del modernismo, puesto que aquellos no pasan de ser elementos aislados dentro de la composición general y, en cualquier caso, también están al margen de las soluciones neorrenacentistas frecuentes en gran parte de la producción de Zuloaga. Sin embargo, los paneles que flanquean la puerta de ingreso al portal tienen un tono un tanto bucólico y de alguna manera próximo a lo usual en esta última corriente, pues ambos están presididos por una figura masculina ataviada con indumentaria popular, uno dirige una pareja de bueyes que arrastra un carro y el otro se recorta sobre un fondo arquitectónico. Con todo, la temática general de este conjunto lo aproximaría a planteamientos propios del realismo por las referencias al mundo laboral.
Todo ello es propio de lo que Zuloaga estaba haciendo en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, dentro de su segunda etapa, centrada en el taller de La Segoviana, que los estudiosos cifran entre 1893 y 1906 y que coincide con su establecimiento en Segovia con objeto de utilizar las instalaciones de la fábrica de loza de los Vargas. Efectivamente, dentro de este mismo período hay otros edificios con decoraciones cerámicas suyas, en las que convive el modernismo a pequeña escala con el regionalismo y el realismo (Quesada, 1985: 93).
También sabemos que en 1910 Zuloaga restauró parte de estos murales de la casa de Nicolás Murga, suponemos que con la reposición de piezas que estuvieran dañadas (Quesada, 1985: 1924).

Texto: Maite Paliza Monduate de la Universidad de Salamanca






















jueves, 10 de mayo de 2012

Románico en Guipuzcoa VII


Santa Marina de Arguisain

Situada en el corazón mismo de Guipúzcoa, rodeada de montañas, Santa Marina de Arguisain conserva en su pequeñez toda su personalidad.
En la actualidad una estrecha carretera une la venta de Santutxu con la aldea de Santa Marina de Arguisain. La venta de Santutxu se encuentra en la carretera de Tolosa a Azpeitia, poco antes del puerto de Vidania.
Santa Marina de Arguisain asoma inesperadamente tras una revuelta de la ruta asfaltada. Su torre picuda emerge entre tres o cuatro caseríos sujetos por el nervio del entramado de madera.
En la plaza chiquita de Arguisain, el caserío Santamaña-aundi muestra sus ventanas góticas partidas y cegada. A su lado la portada de dovelas, tapiada y blanca de cal. A eso ha quedado reducida la casa que en la antigüedad fue Hospital de Peregrinos hacia Santiago de Compostela, los caminantes de la misteriosa ruta iniciática que culminaba en el Finisterre, el final del mundo entonces conocido.
Frente al Hospital, la actual venta. Entre ambos, la iglesia parroquial, abriendo su portada románica de duros dientes de sierra. Ni un solo dibujo adorna sus archivoltas. Su traza es muy similar a la de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Ugarte en Amezqueta, el testimonio más antiguo del arte románico en Guipúzcoa.
La advocación de esta iglesia ya indica que este pueblo fue un antiguo lugar de paso. La portada románica de la parroquia confirma que esta aldea existía ya en el siglo XII. El Hospital antes citado habla de la marcha de los peregrinos.






Antigüo Hospital de Peregrinos

domingo, 6 de mayo de 2012

Santa Comba de Bande

Iglesia Visigótica de Santa Comba de Bande

Nombre: Iglesia de Santa Comba de Bande.
También se le ha llamado: San Trocado de Bande o Santa Comba de San Trocado.
Santa Comba es Santa Coloma (Sancte Columbe virginis et martiris).
San Trocado es San Torcuato.
Emplazamiento: Santa Comba, en Bande (Orense) Comunidad Autónoma de Galicia, en la comarca de A Baixa Limia y a orillas del rio Limia.
Estilo arquitectónico: Visigodo Siglo VII.
Declarada Monumento Nacional en 1921.

Historia

No hay constancia exacta de la fecha de construcción, seguramente su construcción es posterior a la conquista del Reino Suevo por parte de los visigodos, y se constituiría como un monasterio bajo la advocación de Santa Comba.
Santa Comba de Bande es una iglesia, de las llamadas de tipo monacal, es decir una iglesia o pequeño monasterio que situado cerca de los caminos la habitaba una pequeña comunidad de monjes, cuyo cometido era proporcionar auxilio tanto espiritual (sacramentos) como material a caminantes y peregrinos. La distribución de los espacios así parece indicarlo, las habitaciones que habían al lado del porche, eran los lugares donde se protegían los peregrinos y las estancias adosadas a la iglesia, cuya única entrada era por el interior de la iglesia, parece indicar que eran para el servicio de los monjes.
Con la invasión musulmana de la península, fueron traídas hasta este monasterio los restos mortales de San Torcuato desde Guadix, uno de los primeros discípulos del apóstol Santiago. Por este motivo la tradición de este santo en la iglesia.
La adscripción visigoda está confirmada mediante documentación del año 872, en el que se hace constar su antigüedad a raíz de las reformas emprendidas en la iglesia a causa del repoblamiento de la zona por parte de Alfonso III. A través de un documento del Monasterio de Celanova, recogido en el llamado tumbo de Zamora del Archivo Histórico Nacional en Madrid, se hace constar que Alfonso III encarga a su hermano Odoario repoblar la región de Chaves y la posterior delegación de este en su primo, el diácono Odoyno para que repoblase el valle de Limia y reconstruyese las Iglesias de Santa Comba de Bande y Santa Columba, que llevaban en estado de abandono durante 200 años.
Siendo monasterio fue destruido por el conde don Gonzalo, dejando en pie sólo la iglesia. El motivo de que la misma se haya mantenido en pie, hasta nuestros días obedece a que desde antiguo es y ha sido iglesia parroquial, donde se practica el culto.
Abandonado el monasterio en el siglo IX, en el siglo X (932) se incorpora al Monasterio de Celanova como priorato.
En el siglo XVIII los restos de San Torcuato que se encontraban en la iglesia, son trasladados al Monasterio de Celanova, donde descansan en la actualidad.
Características

La iglesia está rodeada por un muro que la circunda, cerrada por una cancela de hierro. Sólo una parte del edificio, así como su decoración pueden ser fechadas en el siglo VII, ya que ha sufrido fuertes remodelaciones a lo largo de los siglos.
Tiene planta de cruz griega inscrita en rectángulo, de 18 de longitud x 11,90 metros de ancho, ábside cuadrado de 4 metros de lado, saliente en planta, rematada por una bóveda de cañón. Cimborrio cuadrado en el crucero cubierto a cuatro aguas. Dos puertas, una en el brazo sur del crucero y la otra en el porche situado a los pies, construido en el siglo XVII, pero con materiales similares al resto del edificio, por lo que podría tratarse de una restauración del original. La puerta aquí situada es de traza más moderna. La iglesia dispone de una espadaña de dos vanos encima del pórtico.
En el pórtico de entrada encontramos tres vanos, uno de ellos tapiado y donde se puede leer la siguiente inscripción: ESTA CAPILLA FVNDO Y DOTO GASPAR RODRIGUES DE ARVO I ABBAD DE SANTA COMBA ANNO, y debajo un escudo.
Dispone de una capilla situada en el lado noreste, al lado del crucero, posterior a la fábrica original, cuya función sería de uso monástico y para guardar los elementos sagrados del culto. También disponía ahora desaparecidas, de otra capilla en el otro brazo del crucero. Además disponía de dos capillas situadas a ambos lados del pórtico de entrada que tendrían estas la función de servir de refugio a caminantes y peregrinos, como ya hemos dicho, y otras dos capillas situados a ambos lados de la nave principal, a la altura de los pies de la iglesia, que eran utilizadas para el servicio de los monjes. A estas capillas adosadas a lado del crucero solo se podía acceder por el interior de la iglesia.
La construcción está realizada con grandes sillares labrados en granito, sin demasiado orden en sus hileras. Las bóvedas que cubren la iglesia son de medio cañón construidas en ladrillo del tipo romano, salvo en el crucero que se cubre con bóveda de arista sobre un cimborrio sostenido por cuatro arcos de herradura con el dovelaje embebido en los muros, de forma que en la parte inferior, los bordes de los arcos coinciden en una arista común sobre los ángulos interiores de las naves y forman un plano circular de cuatro metros de diámetro. Presenta una ventana en cada uno de los lados. La bóveda del crucero también está realizada en ladrillo.
El arco triunfal de herradura que da acceso al altar mayor, se apea en cuatro columnas con dos capiteles con collarinos de la época del bajo imperio romano, de tipo corintio y otros dos de factura visigótica.
En la parte superior del arco toral, se disponía una ventana que daba acceso a una cámara que como ocurre con el arte asturiano, su función no está definida, pero que bien podría considerarse como una cámara del tesoro. Hoy día ya no existe.
Hoy día se tiende a pensar que esta cámara podría haber servido como cámara de resonancia para el uso de campanas que mediante un sistema de cuerdas en el interior de la iglesia, pudiera dar aviso de los distintos toques monacales.
El tejado de la iglesia es de teja del país, a excepción de un pequeño trozo que está cubierta con losas de piedra, que es como estaba cubierta toda la iglesia anteriormente. Las paredes están recorridas por impostas oqueadas que rompen la idea de verticalidad.
En su interior podemos encontrar un ara romana que ha sido reutilizada como altar y un sarcófago de mármol que correspondió a San Torcuato, cuyos restos se conservan en el Monasterio de Celanova.
En la iglesia podemos encontrar materiales reutilizados de la época romana, como un miliario romano situado en su lado norte y que ahora cumple funciones de pila bautismal.
La decoración interior se limita a impostas cordiformes que se adornan con racimos de uva y otros de tipo vegetal. La decoración más elaborada se da en el ábside, se trata de una estrecha orla, realizada con talla a bisel, arranca de la bóveda y se prolonga por el muro testero, ciñéndolo y realzando el vano que se abre en el mismo. Está constituido por un roleo vegetal, que incluye como hemos dicho racimos de uvas, pequeñas hojas, flores ... tomados directamente de los modelos clásicos romanos. Existe también una cinta sogueada en resalto que recorre toda la línea de impostas de los arcos del crucero.
El ábside se ilumina mediante una ventana absidial, dividida en dos partes horizontales, la inferior cerrada mediante una losa y la superior con una celosía de semicírculos de mármol.